En las entradas anteriores "El lisiado que arrodilló a Inglaterra I y II" me he referido a una épica batalla que se dio entre el bando español y el británico durante la conocida como "Guerra de la oreja de Jenkins".
El motivo de este singular nombre viene dado por un incidente que se produjo entre el guardacostas español Julio León Fandiño y el capitán inglés Robert Jenkins. Julio León abordó a Rebecca (así es como se llamaba la nave inglesa capitaneada por Robert Jekins) mientras navegaba por el Caribe español e hizo preso a Jenkins.
Julio no debía de ser un hombre muy diplomático, ya que decidió cortarle la oreja a Jenkins como represalia, mientras le decía:
"Ve y dile a tu rey que si a lo mismo se atreve lo mismo le haré."
Este acontecimiento sirvió para que Jenkins hiciera una encendida y emotiva intervención en la cámara de los comunes inglesa, denunciando los abusos y atrocidades cometidos por los españoles en el Caribe contra los ingleses. Según la tradición Jenkins realizó su discurso blandiendo su propia oreja ante el personal de la cámara para encender su ira y lograr así que se aprobara una intervención militar contra España en el Caribe.
Sin embargo, este incidente no fue más que la gota que colmó el vaso y una excusa para que los ingleses pudieran echar mano de las valiosas posesiones y el rico comercio españoles en centroamérica, ya que a partir de 1550 los ingleses comenzaron a ver restringidas sus opciones comerciales en el Caribe. Estas restricciones se dieron dado que las relaciones comerciales y políticas entre las dos coronas se había ido agriando con el tiempo notablemente.
Como consecuencia de la creciente tensión ente hispanos y británicos, las luchas navales y las atrocidades cometidas entre uno y otro bando se sucedieron durante los años hasta que en 1739 se alcanzó el clímax y se desató la tormenta.
Baste para hacernos a la idea de la seriedad del conflicto el hecho de que hacia el año 1731 España había confiscado ilegalmente mas de 180 barcos británicos, cifra que iría acrecentándose con el tiempo. Los ingleses por su parte cometieron actos de piratería (o acciones corsarias según fueras inglés o español) contra buques mercantes españoles igualándose a ellos en los crímenes y atrocidades realizadas. Un ejemplo de las crueldades que cometieron fue la actuación de un capitán inglés, que tras haber apresado un navío español deja a los tripulantes dos días sin comer para después cortar la nariz y orejas de uno de ellos y hacérselas comer a fuerza de cuchillo.
Las guerras de represalias entre España e Inglaterra tuvieron una tregua hacia 1650, antes de que se desatara la gran guerra. Pero las potencias siguieron sirviéndose del servicio de bucaneros para atacar a los navíos mercantes enemigos. Consecuencia de ello fue el asentamiento firme de nuevas colonias británicas caribeñas, especialmente Jamaica y el comienzo de una época convulsa y fascinante de luchas entre navíos militares, bucaneros, corsarios y piratas del Caribe.
De esta forma la tensión entre ambas naciones alcanza un punto insostenible y en 1739 tras numerosos acuerdos y desacuerdos, el incidente de Jenkins desata una guerra que se había visto venir con transcurso de los años.
Referencias: La guerra de la oreja de Jenkins: un conflicto colonial (1739-1748). Jorge Cerdá Crespo.
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